La primera tarea del escritor-filósofo consiste en la elaboración de preguntas. Las preguntas pueden elaborarse a partir de cuestiones que nos plantea el mundo o que nacen de las reflexiones de algún autor.

            Cuando nos proponemos escribir (tengo como norma que no es bueno escribir empleando a veces la primera persona del singular y otras veces la del plural, pero puedo hacer excepciones porque lo que intento es que este escrito no sea eso) sobre temas originados en la vida cotidiana (que es la vinculación histórica y rutinaria que tenemos con el mundo real) es necesario que recurramos a los trabajos que sobre dicho problema se hayan elaborado como forma de orientar nuestra reflexión y para evitar que lo que redactemos sea una repetición de lo que otros ya han difundido. Es muy evidente que tampoco es bueno interrumpir la exposición con acotaciones entre paréntesis,  pero muchos los hacen y no han ido a parar a la cárcel.

            Aunque muchas veces se repite que la filosofía no da respuestas eso no es así: el filósofo investiga en la zona fronteriza donde no está definido lo que es conocimiento y lo que es pura especulación. Si tomamos como referencia la teoría epistemológica de Thomas Kuhn podríamos decir que el filósofo nunca se mueve dentro del paradigma establecido (del conjunto de modelos, valores, creencias y rutinas que constituyen el andamiaje que sostiene a algunos sistemas teóricos que influyen  profundamente en la concepción del mundo aceptada por un determinado grupo social llamado "comunidad científica”) sino que es un "revolucionario” que siempre se propone cuestionar dicho paradigma y establecer propuestas sobre las cuales construir otros. Sin embargo, debo decir que un auténtico filósofo no estaría de acuerdo con Kuhn o, por lo menos, no se tragaría lo de los paradigmas, palabra que todos repiten pero nadie se la toma en serio.

            Por eso las respuestas del filósofo no tienen el mismo carácter que las del científico; sin embargo, no pueden ser elucubraciones infundadas que procuren calmar la necesidad de expresión del individuo, lo que popularmente denominamos "divagues”, sino que deben tener un rigor mayor que el de cualquier otra disciplina, pues su función es señalar el rumbo que ha de tomar la investigación y un error en la dirección elegida puede significar una gran pérdida de tiempo; la necesidad de retrocesos y nuevos comienzos con un alto costo espiritual y material.

            Siempre se ha tenido en gran estima a la pregunta filosófica pues generalmente permite visualizar problemas donde no se advierten comúnmente. Sin embargo, aunque no existe un método que explique cómo elaborar buenas interrogantes, se pueden discernir algunos "trucos” que han empleado los filósofos para llevar adelante esta tarea.